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sábado, 2 de marzo de 2013

EDITORIAL

El Gabinete de Arturo Núñez ha sido diseñado para un gobierno de contención y se entiende así por los efectos mismos de la transición.
Sin embargo, en la práctica política, los gobiernos de contención corren el riesgo de ser represores y en eso hay que poner lupa.
En sus primeros dos meses de gobierno, Arturo Núñez, constató la ineficacia de sus responsables en Educación, que abrieron un debate más de guerrilla urbana, que de políticas de estado.
Exhibió la falta de conocimiento jurídico de su responsable de vivienda, en el caso de los terrenos de Casa Blanca, donde inclusive dos de sus principales funcionarios se confrontaron mediáticamente.
Y ha comenzado a decepcionar a los tabasqueños, al observar que los temas de “borrón y cuenta nueva”, “Impuesto Estatal Vehicular”, “Apoyo a Discapacitados, ancianos y madres solteras” no ocuparán su agenda política cuando menos en los dos primeros años de administración.
Con un gabinete de contención y una política de conflictos que se resuelven en programas de radio, el “Gobierno del Cambio” no refleja confianza a los tabasqueños para garantizar que las cosas van a cambiar en los próximos seis años.
Con recursos y dinero, cualquiera puede darse el lujo de ser un “buen gobernante”; Arturo Núñez pareciera que llegó tarde a gobernar un estado que se le había negado desde hace dos sexenios.

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